El motivo de la visita, esta vez, fue el de intentar sacar alguna foto a los buitres que suelen estar en los riscos que se levantan al pie del Cañón del Ebro y que con buen tiempo y aprovechando las térmicas les puedes ver planear muy cerquita de ti.
Pero esta vez no hubo suerte y no andaban por la zona, sin embargo el arroyo que nace en la Cueva del Agua y forma la cascada que baja del pueblo hacia el río Ebro estaba crecidito y merecía la pena detenerse a escuchar su música.
Merece la pena visitar y disfrutar de estos parajes y si vais no busqueis el castillo, sencillamente no le hay.
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